Sabía que el sábado el perro tenía una forma de llevarse a Sumar y me encontré distraído con la misma intriga que sentía antes de cada capítulo de Los caballeros del Zodiacotodo en 1990. Cada vez que Seiya, Shiryu, Hyoga, Ikki y Shun me encontraba con cuatro mujeres y un hombre cariacontecidos, como si hubiera perdido el premio en ¡¡Auge!. Ernest Urtasun habló mientras las mujeres pintaban a sus esposas a excepción de Amanda Andrades, secretaria de feminismo, quien con su voz temblorosa tenía protocolos, formas, precauciones y esas cosas que mencionas cuando no puedes hacer nada. Urtasun recuperó el micrófono para responder a todo con la frase «Pedimos perdón porque han fallado los mecanismos de detección y prevención».
Hace dos días, Elizabeth Duval (que, al menos exteriormente, era la más buscada en Errejón) había hecho declaraciones a la SER diciendo que no engrasaban la tostada. Las otras dos mujeres presentes fueron Lara Hernández y Paula Moreno, secretarias de la organización y del Grupo de Cuidados (ya sabéis, esto es), y no abrieron la boca. En la calle de la prensa surgió la pregunta de por qué hace un año intervino Loreto Arenillas para que una mujer no denunciara a Iñigo Errejón. La respuesta fue el mecanismo de detección y prevención. Más tarde, Sumar le dio una patada en el culo a Arenillas, y ella se fue con un amargo mensaje.
Que todo lo que aquí se sabía de Errejón es evidente. ¿Cómo puede ser que la radio de patio funcione, pero los “mecanismos de prevención y detección” hayan fallado? ¿Qué mecanismos no mataron a un niño? ¿Cómo puede uno ser un servidor del mundo entero, pero sus compañeros de partido y sus mejores amigos no pueden superar nada? ¿Cómo puede ser frágil la estructura de una partición para que un escándalo personal pueda desarrollarse plenamente? ¿Qué tan mal citada está esa casa para que los responsables no sean capaces de dar una rueda de prensa en la que no lean que no saben por dónde salir? Apenas pasará. Veo la misma intriga que esos sábados por la mañana. Sólo esas animadas discusiones me llenan de euforia, y sólo esto es la constatación de que nunca ha habido una buena persona en el mundo de este país.