Mocejón: el primer caso conspiranóico en la España del siglo XXI | Televisión

Antiguamente, la conversación entre casas y piscinas giraba en torno al asesino de un niño en un pueblo de Toledo. Mateo, 11 años, Mocejón. Mateo estaba jugando al fútbol con sus amigos cuando un embozado con un cuchillo apuñaló al chico hasta matarle. Los otros niños fueron enviados a pedir ayuda. A partir de ahora se bifurcaron hechos y leyenda. Pocas voces se escucharon –fuera de la comunidad– lamentando la muerte de Mateo. Era una cuestión de especulación. El dato más deseado era el de la nación (y raza en general) del agresor. La motivación parece importante, y mucho menos el dolor de familiares y amigos. En algún rincón estará el niño que gritó “Han matado al mi mejor amigo”, intentando colocar esas imágenes de su cabeza en algún cajón que puedas cerrar. Luego irán los familiares, a ver qué hacen con la cama en la que Mateo nunca dormirá. El pensamiento de “estuve vivo durante una semana”. Luego serán dos, luego un mes, dos años… y en algún momento ese niño estará tan lejos del presente que será difícil evocarlo. Porque la muerte, cuando no es natural, no sabes lo que vale.

El niño resultó ser español, joven y ni siquiera parcialmente consciente de sus acciones. Sospecho que hay una intrahistoria que nunca sabremos. Los rumores de la comunidad quedan para ellos. Para nosotros, el que no tiene nada que ver, esa leyenda que ya crece en boca a boca y en la mente del misterio: que si no se hubiera puesto la camiseta, que si nadie se acercaría al asesino, que si No habría estado en sus trece, eso sí, al principio lo robaron y ahora ya no… Cosas sencillas que, al poco tiempo de alguna noticia, salen a la luz. Crimen yihadista, rito inicial de bandas latinas, juego de rol. Lo que es menos la explicación llana y directa: la mala salud (de Mateo) y el abandono social de los enfermos mentales. De hecho, en lo que se aprende en la televisión el juego del mayor papel que entramos en escena en otro vergonzoso momento desinformativo.

Así que no me entiendes bien: hay una versión paralela (construida por la extrema derecha e inconscientemente alimentada por los tertulianos) en la que el burro es un inmigrante, y donde el gobierno socialista ha pedido que otra cargue con el chico. De todos modos, ¿no es una coincidencia tan trágica como lo es ahora? ¿Debería sumarse al ridículo de la conspiración?

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