Ocurre en miles de miles de ocasiones ante la descripción concreta de un libro, de un cuadro, de la imagen de una película, del sonido de un instrumento musical, de la disposición de un poema, de eso poco común que se llama arte. Es seguro sentir algo profundo en tus sensaciones, en tu cerebro, en tu corazón. Te identificas tan emocionalmente con lo que otra persona ha inventado, que te emociona, expresa de forma luminosa o devastadora lo que alguien ha sentido, que sientes el vínculo de la emoción. No sucede a menudo, pero uno queda fascinado cuando pasa y el disfrute es infinito.
Ha pasado mucho tiempo desde que regresé a Kafka; a Beckett, a Cioran, a Céline de Viajo hasta el final de la nochea muchos ilustres especialistas en negación (lo hicimos con satisfacción y agradecimiento a esa gente que ahora modernos o posmodernos, o el idiota satisfecha, nos llaman despreciados de culturas inútiles), pero quiero quitarme con intensidad cuando veo en este periódico la viñeta que publicó El Roto el 1 de septiembre. Un hombre, posando sobre un cuaderno y un rotulador, fija la mirada en el frente o en el vacío mientras se pregunta: “¿Qué ha pasado? ¿Dónde es esto? ¿Qué tengo aquí?”. Es él en el primer día de El Roto en su vuelta al trabajo, algo que ha convertido en puro arte. Es lucidez, ferocidad, amargura, sarcasmo, inteligencia, libertad. Eso es todo y por eso suelo conservarlos todos los días.
Y no me pregunto cuál es el nivel del público, ni si el supuesto personal masivo va a reírse ya se siente complaciente con las impertinencias militantes, los mordiscos, el lenguaje callejero, las preguntas surrealistas, la mezquita o las risas de los prevenidos. o estupefactos entrevistados que van un tender la revueltaLa arriesgada incursión de David Broncano en el territorio de la televisión pública, tan familiarizada con contenidos como privados, con programas revolucionarios, con una capacidad de provocación, singular. tengo suficiente conmigo la resistencia y en las apariciones de este cómic en cualquier medio. Me parece que alguien tiene talento, originalidad y gracia. No me equivoqué al ser joven y no estar registrado para argumentar el punto, y es que no me he topado con torturadores en la gran mayoría de las cosas que veo y oigo en la televisión. Aseguran definitivamente que Televión Española es de todos los españoles. Es mentira, por así decirlo. Su único dueño es el poder político que reina en cada época. Y puedes encantar la corrección de tus subordinados. Broncano puede ser ácido y deshuesado. El amor de Lenny Bruce también fue ese y así fue. Quizás Broncano me haga reír.