Me enviaron los cuatro capítulos de la película, porque parecía una película larga, además de una serie (la gente de la televisión odia que digan que las series cortas son películas largas, pero cada una veía el mundo a su manera)) , y luego no puedes dormir. No se cuanto viste disritmiaasí que fue suficiente regresar en un viaje americano, y cuánta emoción. Sólo si las luces se mantuvieran claras para mí hasta que desaparecieran los planos, las palabras, los gestos, los silencios y los sonidos del fondo del desolado Bilbao que retrató Alauda Ruiz de Azúa en Querer.
Cuando el arte se pone al servicio de una causa, el resultado no tiene por qué ser amable, sencillo, sacerdotal o generador de animadas vergüenzas. A veces, el talento y el arte llevan mucho desde el inicio del mensaje, hasta convertirlo en premisa. En propaganda hay moralejas: toda la narrativa lleva a una conclusión moral que conduce a un golpe de Estado, negándose cualquier interpretación alternativa. En el arte, la tesis es un punto de partida a partir de lo que se desarrolla la historia por cosas incómodas, ambiguas, útiles y hondos, acontecimientos inesperados por parte de su creador.
Así sucede con Quererque plantó un caso de violencia sin preguntar nunca el punto de vista inicial ni dibujar el mensaje sobre el machismo, pero sin renunciar a la complejidad de un mundo entero que se revela con su perplejidad de origami. Las casas, las calles, la forma de caminar y las vistas, mucho más que las palabras, llanas e irrelevantes, convierten al espectador en un miembro más de esa familia podrida. Ruiz de Azúa parte desde el principio como la víctima (interpretada por la impresionante Nagore Aramburu) de un caso cuestionable y difícil de probar, y tarda cuatro horas en reclutar al resto de personajes y a todos los espectadores. No lo hace con argumentos, sino con el poder de la narración. Abracemos a esta mujer desarbolada y valiente que no hace falta que la abracen porque el director la convierte en la madre de todos.
Esto es arte sin adjetivos. Querer No es una serie de televisión para conseguir que los profesores del instituto vayan a asistir a una clase de valores. Por eso debemos celebrarlo con entusiasmo y preservarlo del desperdicio fácil, para que las estrellas de televisión se animen a seguir este camino y traten a los espectadores como niños tontos.