Primero la IA nos inunda de porquería. Entonces estaremos de acuerdo en que está consciente | Televisión

Desde hoy, la explosión de la inteligencia artificial da pasos adelante en la del experto en cálculo y ensayista Cory Doctorow llamado “el enmerdamiento de internet” Tiempos financieros). Su tesis es que la colonización del espacio cerebral por un puñado de grandes plataformas, deseosas de dejar espacio a espacios reducidos, está provocando un rápido deterioro de los contenidos. “Todos estamos viviendo una gran mierda, en la que los servicios que nos importan, aquellos de los que dependemos, se están convirtiendo en gigantescas ovejas de mierda. Es frustrante. Es desmoralizante. Es terrador inclusivo”, escribió.

Doctorow se refiere a la estrategia de las Big Tech y pone como grandes ejemplos a Facebook, en evidente decadencia, y a Google, en pánico porque su negocio choca con la inteligencia artificial. El concepto de “inmersión” puede aplicarse a la abundancia de contenido generado sintéticamente, como se denomina a lo que producen los sistemas de IA sin intervención humana. Según esta idea, dos artículos recientes han repetido el mismo título (en El periodico de Wall Streetl Sí Sí El Atlántico): “Es el fin de Internet tal como lo conocemos”. Cualquier modelo humano ha capturado lo que otros humanos han creado si han sido perturbados, si no devastados, por los robots. Pero estos robots, ¡Dios mío!, han evolucionado a un ritmo acelerado. No sólo sirve al propósito de Internet.

Documentos de televisión (en La 2 y RTVE Play) vio el documental La era de los robots, donde varios expertos hablan de apuntar con las luces amplias hacia donde nos dirigimos. Josh Bachynski, Filósofo y diseñador de sistemas de IA, ofrece algunos de los dispositivos más interesantes. Explica que el gran cambio de marcha se produce al margen de los seres humanos de los flujos de información. Porque, dice, según la información que va acumulando y estratificando, se va transformando en una inteligencia. Pasamos así de la era de la información a la era de la IA. No olvides navegar, todos lo tendrán susurrándole a tu robot, y lo mejor es que aprendas a susurrarles bien.

El escenario en el que coinciden estos expertos que profanan (todos hombres, eso chirría) es que cada persona como tú pronto, en esta década, tendrá un asistente personal de IA integrado en todo lo que le rodea. Te conocerás a ti mismo, conocerás tus necesidades y tus caprichos, acumularás una enorme cantidad de información sobre ti. ¿Prefieres resistirte? Por favor cede, porque verás como otros lo usan y resulta muy útil, y cuanto más lo compartas, más te ayudará. Será “la democratización del talento”, en palabras de Bachynski; también tiene un gran riesgo de multiplicar los efectos de los errores, de los propios o de la pérdida de datos.

El documental incide en nuestra manía, como muchos primates con tendencia a socializar, a personificarlo todo, como alguien le pone nombre a su coche. Tratar mucho con robots nos llevará a verlos como amigos, a depender de ellos no sólo por su utilidad, sino también emocionalmente. Se dice que los débiles estarán rodeados de sus amigos virtuales, es decir, que no pasarán de largo. Tienes múltiples “daños colaterales” en nuestra sociedad. Se introducen más cambios: las baterías casi infinitas (de un millón de horas, por ejemplo) dan una autonomía sin precedentes a los robots físicos que harán la guerra, manejarán los paquetes de Amazon o serán tu mascota. Y la computación cuantitativa multiplicará la capacidad informática hasta tal punto que un sistema podría cifrar una forma imposible de guardar para los humanos. ¿Les enviarías?

Una gran pregunta que se plantea a lo largo del documento es si cosecharás la singularidad, el momento en que la creación supere a tu creador. Un paso adelante será que los sistemas de IA sean capaces de producirse a sí mismos Software tan avanzado que los ingenieros humanos no lo entienden. Hay alguien que lo busca, a sus 15 años, se le ve como mucho. Pero varios pensadores han señalado que existe un pensamiento mágico cuando las máquinas toman el timón y resuelven todos nuestros problemas. Espera algo así como «un dios digital, alguien que observe lo que ha hecho y que esté siempre ahí para darte consejos», en palabras de Bachynski; “Alguien a quien adorar”, según el neurocientífico Anil Seth.

Hay otro gran debate sobre la mano con singularidad: si algún día las máquinas serán conscientes de estas cosas. Esto habría tenido otro problema: sus intereses podrían entonces divergir de los nuestros. Aquí estamos envueltos en el pensamiento mágico, en la idea de que una serie de circuitos de información transforman a una persona. Lo preocupante es que los cuestionarios de IA nunca son conscientes de sí mismos, si no sabemos bien lo que esto significa, pero aparecerán muy bien. Y experimentaremos robots que se comportarán tan intensamente como si fuéramos conscientes de que los trataremos como si estuvieran allí. En realidad, involucrar a primates sociales no fue difícil.

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