Una señora mayor del pueblo vino a vivir con nosotros a Madrid y en nuestro primer viaje estábamos cerca de la manzana de una calle céntrica de la capital donde el rey solía ir a ver a una dama. No le demos crédito, asumimos que sólo pretendía ser importante, parecer sofisticado; Tuve la idea de la misma manera que ahora estaba bebiendo Peppermint junto a Sansón que mi novio miraba en el mueble bar. Del rey sabíamos con qué se contaba el papel pintado: que fuera moderno y desenfadado; que no intentó hacerlo en aquella España que se recuperó. Ignoremos las maldiciones de eso. advenedizosomos de la comunidad, pero estamos informados: escuchamos Radio Nacional, vemos las dos partes y en nuestra casa no fallamos Listo si el Interviú Cuando íbamos a buscar pescado en la camioneta de nuestro departamento, junto con el pan y un pescado, regresamos al Amazonas. Si hubiera un escándalo sonado en España, los reseñados en la lengua se harían eco. ¿Estamos aquí para creer? ¿Buscas dos publicaciones con solera o lengua española ingrata? Cuando finalmente se abrió el reportaje sobre lo monarca, aquellas verdaderas correcciones de lo que poco se atrevían a hacer eran algo más que insinuaciones, fueron definidas por los reporteros que las tildaron de «un secreto a voces», algo que «sabía toda España». ¿Qué España? Me preguntaba por ti; En mi España, al menos, no tenía la más mínima idea. Nadie excepto esa viejita que estaba en la tumba sin estar certificada en chisme.
En mi España nadie pudo oír jamás el caso Errejón, aunque muchos periódicos quisieron oír hablar de los cubiertos en los pasillos de la televisión hasta agarrarse el labio. Supongo que lo conocía “en toda España”, pero si lo saben ¿por qué no consideran digno de mencionarlo? ¿No te parece relevante la duda que ahora ocupa casi todos los espacios informativos? Quizás un picor profesional le impida certificar rumores, pero esta muestra de profesionalidad choca con quienes ahora se asientan como rumiantes ante cualquier mensaje anónimo publicado sin ningún criterio en una red social.
“Lo sabía toda España” se ha convertido en un grito desmedido que justifica la inacción, o la cobardía, de quienes, conociendo información relevante, no consideran que quieren compartir su conocimiento con los demás, aunque el suyo consista en en esta obra, y sobre todo implícitamente nos acusas de ignorantes y tenemos que explicar el por qué de su silencio.