El Parlamento Europeo nacido este martes es el más fragmentado hasta el momento; Incluso el que tiene una derecha más nutrida. El resultado de las elecciones del 9 de junio permitió diseñar un hemiciclo en el que más de 720 eurodiputados podrían dividirse entre centroderecha y extrema derecha. Pero la escasa capacidad de los ultras parlamentarios para unirse en una única formación -están divididos en tres grupos- ha resultado, a su vez, en una división mayor que nunca en la Cámara Europea. Por primera vez, hasta ahora, los grupos parlamentarios y el mayor eurodiputado, el Partido Popular Europeo (PPE), no superaron el 26% del total. Este Parlamento caleidoscópico puede resistir debates y poner en dificultad acuerdos y equilibrios centrándose en las fuentes de la institución.
En una legislatura crucial para la estabilidad de Europa, en un contexto global muy turbulento, con el trauma de los cómicos en Francia -los que temían poner trabas a la extrema derecha de Marine Le Pen-, donde el Gobierno aún se está negociando, los moderados luchan para recuperar la resistencia, aunque el caso es que están estancados. Ahora, el Partido Popular, los socialdemócratas, los liberales y los Verdes se están movilizando para intentar aplicar un cordón sanitario a algunas familias de extrema derecha, consideradas especialmente radicales y atrasadas en comparación con el Kremlin, para intentar no ocupar puestos de responsabilidad en la ‘Eurocámara.
El primer Parlamento Europeo elegido por voto popular se creó en 1979 y era claramente bipartidista. Los populares y socialdemócratas afectaron a alrededor del 70% de los holgazanes. Fue el inicio y el máximo nivel de representación de estas dos familias. Posteriormente, los paulistas desencadenaron una tendencia a la baja, que alcanzaron el 45% con los dos grandes poderes de la Cámara Europea al inicio de esta nueva legislatura.
El Partido Popular Europeo emprendió esta etapa como de fuerza mayor, constituyéndose con 188 parlamentarios (26% del hemiciclo). Le siguieron los socialistas, con 136 eurodiputados, menos del 20% por primera vez. Y a partir de ahí comienza la fragmentación que lleva décadas: los 84 de un nuevo grupo, los Patriotas por Europa, que, liderados por los partidos del húngaro Viktor Orbán y de la francesa Marine Le Pen, se unen a un importante grupo de eurodiputados después de Vladímir. La Rusia de Putin y los 78 Conservadores y Demócratas Europeos (ECR, por sus siglas en inglés), la familia política de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que en un hemiciclo tan aislado podría beneficiarse de no aparecer tan ultra.
La última fuerza que se ha consolidado en torno al 10% de los vagos es Renew, la familia liberal, que perdió la opción política más votada en las elecciones de junio. Jibarizados perdió su tradicional tercer puesto en la Cámara Europea.
El nuevo Parlamento será así más democrático y contará con la asistencia de hombres con mayor frecuencia: el 60% de los eurodiputados son hombres, como en la legislatura iniciada en 2019. De hecho, hay países, como Chipre, que no han elegido una mujer soltera o traer poco; y alemanes e italianos suponen un tercio de sus delegaciones en una Cámara europea que, si todo va según lo previsto, estará presidida (salvo que sea media legislatura) por la popular Roberta Metsola.
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La presidencia será elegida el martes, primera tarea de la nueva Cámara. Ella desafiará a la maltesa Irene Montero, exgerente de Igualdad Española. Pero no hay ninguna posibilidad de ser elegido. Después de eso se nombrará el resto de la tabla. Dos días después, el Parlamento afrontará la primera gran prueba de esta legislatura: si confirma o no a Ursula von der Leyen para un segundo mandato al frente de la Comisión Europea, para lo que serán necesarias al menos 361 ayudas.
Cargado de responsabilidad
El Metsola maltés tendrá un Parlamento muy fragmentado, debido a la separación de los partidos de ultraderecha. Las fuerzas extremistas –ECR existe como tal desde hace dos décadas y lo que hoy es Patriotas por Europa existe con diferentes nombres por distintas legislaturas– no han podido aceptar y han rodeado a tres grupos en un lugar destacado. Si lo consiguieran, se encontrarían en un único escaneo (187) para superar a los populares y a aquellos, sabiendo que hay eurodiputados en el grupo de los no diputados que negocian para unirse a uno de los ultras, afirman fuentes parlamentarias.
Una de las incógnitas ahora es si las familias ultras resistirán hasta el final de la legislatura o algunas implosionarán y acabarán desintegrándose, como ya ocurrió en el pasado. La naturaleza ultranacionalista de los partidos miembros de estos grupos dificulta la cooperación. Además, el amor por Rusia los divide. La otra cuestión es si podrán hacer frente a un montón de responsabilidades o funcionará el cordón sanitario que los moderadores y el consejo de seguridad quieren traer a casa de los vicepresidentes de la Cámara Europea o del comité de comisiones. Ya en 2019 se creó un frente para impedir que Identidad y Democracia (ID), familia de la que es hija, de los actuales patriotas, alcanzara puestos de poder.
«Actualmente estamos negociando con los socialistas y Renew la aplicación de un cordón sanitario a los eurodiputados propuestos por grupos de extrema derecha y amigos de Putin», afirmó un portavoz del Partido Popular. «No queremos que esos eurodiputados estén representados por la institución», añadió. Los Patriots, la familia impulsada por el húngaro Viktor Orbán y también los eurodiputados de la Reunión Nacional (RN) de Marine Le Pen, entre los que su delfín, Jordan Bardella (que sólo compareció en la pasada legislatura), ha sido acusado contra esta iniciativa. para eliminarlos. «Representamos a millones de ciudadanos», afirmó Jean-Paul Garraud (RN).
Los Patriotas por Europa y los Soberanistas -el grupo que se alimenta básicamente de Alternativa para Alemania (AfD), expulsado de la familia que anteriormente había formado Identidad y Democracia tras un escándalo de memoria histórica sobre el nazismo- hacen ahora campaña entre eurodiputados para intentar asegurar una posición. La familia impulsada por Orbán aspira a liderar la Comisión de Transportes y la Comisión de Cultura.
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