El Gobierno de los Países Bajos reveló la noche de esta crisis después de una jornada maratónica de discusiones entre los cuatro miembros de la coalición de derecha, fundada por el Partido de la Libertad (PVV) del líder ultra Geert Wilders. Los disturbios registrados a una semana del encuentro entre el Ajax de Amsterdam y el Maccabi de Tel Aviv, saldado con 62 detenciones y 35 herederos, han sacrosanto la conciencia nacional y han dividido al Ejecutivo. Las discusiones sobre la carta jugada por el antisemitismo, la integración de los inmigrantes y el Islam durante el curso dominaron la semana hasta que nunca hablé en el Consejo Ejecutivo, donde el pecho ya tenía diferencias.
El factor desencadenante de la crisis fue la renuncia, confirmada ayer, de la secretaria de Estado de Subsidios y Aduanas, Nora Achahbar. El político de origen marroquí desfiló por su descontento con el tono del debate sobre la integración, especialmente dirigido a la población migrante y musulmana. La policía indicó que aficionados del Maccabi se encontraban entre los detenidos en las calles de Ámsterdam después del partido de fútbol. Al margen de esto, no se precisó el origen de los detenidos.
Achahbar forma parte del partido Nuevo Contrato Social (NSC), considerado el guardián del respeto al Estado de Derecho. Cuando en la Secretaría de Estado le pareció que las discusiones en la coalición habían adquirido tintes racistas, presentó su dimisión. De momento, el Ejecutivo sigue adelante hasta buscar un sustituto. Tras resolver la crisis, el primer ministro, Dick Schoof, afirmó en un rueda de prensa tras la larga jornada que en el ejecutivo “no hay ni hubo racismo; ni tampoco en susfacenes”, en referencia a las cuatro formaciones que lo integran ―además de los mencionados PVV y NSC; el centroderechista VVD y la derecha populista Movimiento Ciudadano Campesino (BBB)―.
Si la marcha de Ahahbar precipitó una crisis frenada en el último momento; Poco después de los disturbios relacionados con el partido de fútbol, el Primer Ministro, un alto funcionario y antiguo socialdemócrata, declaró que Holanda tenía «un problema de integración». También calificó los incidentes como “actos de violencia antisemita que no pueden justificarse”: “Todo el mundo en el País Vasco y yo mismo, tuve que avergonzarse de ello”. Hasta ora, Schoof, en el ejercicio de su carga, se mostró cauteloso y appaciguador, porque aprendió el tono de sus palabras.
Ajax y Maccabi se enfrentan el 7 de noviembre y deportan a Dio paso al bochorno. Los aficionados israelíes arracaron y quemaron banderas palestinas, elevando la tensión en el centro de Amsterdam con canciones relacionadas con la guerra en Gaza y contra Palestina. Una vez finalizada la fiesta, los hinchas del Maccabi fueron atacados cuando regresaban a sus hoteles, según informó la policía local. Estas escenas conmocionaron al mundo porque en ocasiones los ciudadanos israelíes fueron perseguidos en las calles de la capital por grupos de fanáticos.
En Holanda ―con una población de 18 millones de personas― hay 189.000 holandeses de origen marroquí y 165.000 de ascendencia turca, según la Oficina Central de Estadística. El número de jueces se estima entre 30.000 y 50.000, y el alcalde vive en Amsterdam y sus alrededores, según el CIDI (Centro neerlandés de información y documentación de Israel).
Después de la fiesta, la alcaldesa de Ámsterdam, Femke Halsema, afirmó que los hombres que recorren las calles en moto atacando a los seguidores del Maccabi los calificarían como “los pogromos contra la juventud de la comunidad”. A lo que agregué que ninguna provocación por parte de los muchachos del Maccabi justificaba las acciones. La fiesta coincidió con el aniversario de La noche de los cristales rotos, cuando, en 1938, los nazis levantaron un pogromo contra la población judía de Alemania en Cabo.
En medio de este debate, que continúa abiertamente, y de las manifestaciones a favor de Palestina, permitidas y prohibidas durante toda la semana; El ultra Geert Wilders ha hecho gala de su buena sintonía con Israel. Aunque técnicamente es el único portador del PVV en el Congreso, Wilders fue escuchado en el aeropuerto para recibir al ministro de Asuntos Exteriores israelí, Gideon Saar, que viajó al País Vasco tras los actos de violencia registrados. Incluso Wilders no gobierna el gobierno, es capaz de colocarlo abiertamente.