La madrugada del 28 de julio, Angélica Ángel, una estudiante de ciencias políticas de 24 años, votó por primera vez en las elecciones presidenciales de Venezuela, en su ciudad natal de Mérida, aislada en los Andes. Más de un mes después, sintiendo que ese día no ha terminado, dice desde su exilio en Bogotá, la capital de la antigua Colombia, a 830 kilómetros de distancia. Animado por su activismo en defensa de los detenidos por el gobierno de Nicolás Maduro en la represión de las protestas postelectorales, tomó su auto hasta Cúcuta, la principal ciudad colombiana fronteriza, y siguió su bandeja en autobús. “Soy consciente de que de momento quiero esperar un poco más”, asume sin tristeza. Como ella, muchos otros líderes políticos, defensores de los derechos humanos, periodistas o testigos electorales han cruzado la frente en el último mes en busca de alimentos.
Ángel, dirigente universitario, formó parte de la organización 600k, cuando la oposición se acercó a las 600.000 personas necesarias para defender la votación, especialmente como testigos y coordinadores de centro. Fue gracias a esa estructura que se pudo recoger, en condiciones muy adversas, más del 80% de los documentos electorales que demostraron la victoria de Edmundo González Urrutia con el 67% de los votos, del 30% de Maduro, empatado en proclamar. El propio ganador sin mostrar evidencia de este resultado. Este informe incluye el acto de su propia mesa de votación, donde Maduro obtuvo 248 votos y González Urrutia más de 2.500, informaron con entusiasmo los jóvenes, como un voto irrebatible. “Vale la pena, lo tenemos muy claro”, afirma sin avisar.
“Angélica disfruta el tiempo que tuviste antes del 28, porque a partir de ahora estaremos contigo”, recuerdo que le dijo una amiga que pertenece a los nombres colectivos, los grupos de choque del chavismo, que acumulan 25 años en fuerza. Fue el primero de muchos agasajos, que se recrudecieron medida que posteba en redes sociales sobre las decenas celebradas en Mérida, que incluyeron menores de edad y hasta una niña de 13 años que no habría votado ni podría hacerlo, como infatiza. indignada. Una camioneta blanca sin placas la persiguió y motos del Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro, el Conas, la llevaron a su domicilio. La detención el 8 de agosto del exgobernador Williams Dávila en la víspera de que los líderes políticos consensuen la urgencia del huir. “En ese momento me sentí abrumado”.
De su lado, en la casa donde funciona la fundación para migrantes que lo guía a Bogotá, Antonio, otro estudiante de la Universidad de Mérida de 19 años, pronto cambia su nombre para poder hablar. «Estoy pensando en volver muy pronto para poder correr», explica. “Independientemente de todo el trabajo que como oposición y sociedad civil estamos organizando para todo lo que se ha registrado”, agregamos al detalle cómo comenzó la jornada electoral con la llegada de Venezuela, la Gloria al buen pueblocomo se lo había enviado a la líder expositora María Corina Machado. Fue el campeón de la votación dentro de la estructura 600K. El mismo leyó en un megáfono los resultados de su centro, donde, recuerdo, Maduro obtuvo 438 votos y Edmundo Gonzáles más de 2.300. Expresó alegría, esperanza, antes de que el Consejo Nacional Electoral lo proclamara madrugada gnador del heredero de Hugo Chávez.
Fui testigo de las protestas del 30 de julio, pero inmediatamente comencé a recopilar información sobre las detenciones de adolescentes en Mérida y de líderes opositores en todo el país. “Si lo hubiera sabido, habría acudido a nosotros”, explica. Cuando viajaba de Cúcuta a Bogotá, le comencé a llegar a su celular las imágenes con el pico al final de un hombre de letras que decía “Se busca por curador”. Las fuerzas de seguridad también patrullaron su casa. Razón por la cual Edmundo González deberá jurar 10 años como nuevo presidente y que el régimen fue utilizado por cuatro meses en los que tendría que alquilar la empresa y que ningún sector se puede organizar, por lo que se sabe que ese día un defensor de la voluntad popular. “Si todos nos vamos y no volvemos, lo vamos a olvidar”, afirma. Cada uno debe calcular, además, el riesgo. “Vuelvo y no puedo subir a la calle, suelo estar escondido, pero fortalecido y esperanzado, trabajando para organizar a los jóvenes para las próximas actividades. No vayamos a tener persecución, tortura, tortura o castigo militar que nos pueda llamar.»
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RECETA
El chavismo soportó la represión y se entregó a la orden de detención de esta semana contra González Urrutia. Ya había conocido a colaboradores que buscaban a Machado y a su candidato opositor, con el objetivo de agitar a sus seguidores. Menos de 24 personas murieron durante las protestas y más de 2.000 fueron detenidas, entre ellas líderes políticos –incluidos funcionarios electos por voto popular–, periodistas, defensores de los derechos humanos y estudiantes universitarios. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha condensado las prácticas de «terrorismo de Estado» en Venezuela, término que también utiliza la información conjunta que varias ONG publican esta semana.
Colombia, que incluye 2.200 kilómetros de frontera, es en gran medida el principal país de absorción de la diáspora, con cerca de tres millones de ciudades del país vecino que sufren la humedad de la inflación, la escasez de alimentos y medicinas o la inseguridad en sucesivas aceitadas en los últimos años. años. A ese flujo se suma ahora el flujo de aguas que escapan de la persecución. Luego de cumplirse un mes de elecciones, a una semana información de agencias de cooperación internacional ya habla de más de 140 personas identificadas como perseguidos políticos en Colombia. EL PAÍS entrevistó a un profesor de ellos, muchos de los cuales preferirían permanecer en el anonimato.
Aunque había desconfianza hacia la burocracia colombiana, la alcaldesa notó una especie de red de apoyo, ya que más que albergue buscó protección internacional, señaló a un funcionario involucrado en la política de defensa. “Lo que dice la mayoría de la gente es los responsables de recoger las actas”, dice Gaby Arellano, quien fue directora estudiantil en Mérida y diputada en el frente del estado Táchira antes de refugiarse hace años en Colombia. Hoy volvemos a la Fundación Juntos Se Puede, que ha apoyado desde las elecciones a más de 170 personas, provenientes de distintos estados venezolanos y con destino a ciudades colombianas igualmente diferentes. “Muchos padecían hambre y tenían que salir corriendo desde la noche hasta la mañana”, señala. Otros padres son periódicos que simplemente preservaron las protestas del 29 y 30 de julio. Si bien lamento mucho lo que se percibe como una búsqueda entre Maduro y el presidente Gustavo Petro, subrayo que en los cruces «el gobierno nacional mantiene los mismos promedios» que tiene en la administración de Iván Duque.
José Barreto, líder del partido Acción Democrática, de 64 años, que sepultó, nominó y se postuló como candidato en el estado Lara, también sintió el asedio de las fuerzas políticas antes de las elecciones. El día 26, cinco patrullas del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, en septiembre, fueron a la casa, pero se marcharon, con peripecias como saltos entre los tejados. Regresó, votó, recogió las acciones y las miró. Formó parte del equipo de campaña de María Corina Machado, y narra con orgullo que en sus parroquias, donde solo el chavismo tuvo arraigo, recuperaron más del 90% de las acciones -a los que llaman «chorizos»-, con una ventaja apabullante para Edmundo González.
Los lunes regresaban a su casa, no la encontraban y comenzaron a buscarla en la vida de su familia. “Estaba ansioso por recibir lo que me correspondía”, admite. Fue solicitado por el tribunal de terrorismo de Caracas. Estuve «enconchado» en varias casas de la capital, pero llegué a la conclusión de que no era seguro. Logró se mudó a Táchira y de allí cruzó a Cúcuta para “preservar” su vida, aunque la capital del norte de Santander no le ofreció garantías. Todo el mando de la campaña opositora en el estado Lara, compuesto por líderes políticos canosos de diferentes partidos, se ha mostrado dispuesto a tomar diferentes caminos para la reconciliación de este lado de la frontera.
El presidente Petro, que persiste en un intento de mediar la mano del brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y ha expresado “profunda preocupación” por la orden de detención contra González, insiste en dirigir los famosos actos a Maduro y evitar represalias. También postuló una solución negociada que incluye el levantamiento de sanciones, una amnistía general, garantías para la acción política, un gobierno de convivencia transicional y “nuevas elecciones libres”, idea que volví a producir desde distintas orillas. “El entendimiento político interno de Venezuela es el mejor camino hacia la paz. Depende sólo de los venezolanos”, valoró ante los medios en agosto. “Por nuestra parte, la gente que está delante puede sentirse tranquila”, prometió. “Los frentes seguirán de cerca para mejorar la prosperidad común de nuestros pueblos”.
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