La sombra del jefe de Wagner sigue presente en el cementerio de mercenarios de Krasnodar | Internacional

Emulan una barrera antitanque, pero bajo sus piedras hay casi 1.000 vidas extinguidas. Estoy cerca de un montón de pirámides de mármol que se extienden hasta el horizonte del cementerio Bakínskaya, una stanitsa—Pueblo cosaco: en la región de Krasnodar, en el sur de Rusia. Es una de las plantas cementeras donde Grupo Wagner ha entrado en sus bajas de la invasión de Ucrania. Uno más de la región: las coronas de flores de los soldados muertos zarpan desde las afueras de los pueblos y las entidades no cesanas. Por todas partes aparecen anuncios de contratación y ofertas de empresas funerarias. Los jóvenes y los alcaldes han pasado al frente, las autoridades pagan bien a los que sobreviven.

Krasnodar fue la base principal de la compañía mercenaria hasta que la unidad se vio obligada a integrarse en las Fuerzas Armadas rusas hace un año debido a la hostilidad de su dueño, Yevgueni Prigozhin, hacia el mundo superior. Aquel encuentro culminó en una rebelión fallida y en la muerte en un accidente aéreo, en circunstancias hoy poco claras, de quien era conocido como El jefe de Putin. En fantasma, sin embargo, pase por alto el Kremlin.

En lo concreto, el recuerdo de Prigozhin sigue presente. Su figura fue evocada nuevamente por los círculos nacionalistas tras la destitución del Ministro de Defensa Serguéi Shoigú y las detenciones dentro de su círculo. A pesar de su integración en el ejército, el Kremlin no se molestó en cerrar los principales canales de Telegram de la compañía, como la Orquesta Wagner, con más de un millón de suscriptores. En pleno agotamiento del frente, sus seguidores recuerdan las victorias de Prigozhin y su temperamento ante el silencio de los demás hombres. “Estaba desesperado, era irascible y provocaba terror, sobre todo entre nosotros. Era historia y ahora es leyenda”, recuerda un integrante de ese canal.

A diferencia de Bakínskaya, el hormigón de Goriachi Kliuch es visto por el público. Es un lugar sagrado para Wagner. Los mercenarios construyeron toda su iglesia y el pasado mes de abril levantaron, desafiando al Kremlin, estatuas de Prigozhin y su mano derecha, el comandante Dmitri Utkin, también muerto en la destrucción de la fuerza aérea apenas dos meses después de que el presidente Vladimir Putin declarara que había » perdonado” a los que participaron en la súplica.

Son pequeños gestos, pero muy simbólicos en la tensión que palpita en Rusia. Los cementeros de Wagner han abandonado las bandas con la famosa calavera del grupo mercenario y las críticas contra el Ministerio de Defensa son útiles ahora. Los canales de la compañía de Prigozhin declinaron comentar a este periódico, incluso antes de que, en las casas de su fundador, algunos miembros de Wagner reconocieran en el país que la rebelión fue un error y su muerte, «cosas de la política».

sigo goteo de muertos

Sabes lo que estás pasando, es entender lo que vas a pasar por dentro, no te preocupes por nada.

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Una parte del hormigón de Bakínskaya alberga los restos de los soldados de las navajas de Wagner «Muerte para el país entre 2022 y 2023», el alcalde de los meses de culminación de la sangrienta ofensiva contra Bajmut. Pero la historia de los muertos continúa: en una ronda han separado varias pérdidas con el año 2024 escrito en ellas.

En otra parte del cementerio, la zona civil, hay décadas de tumbas más. Todos los oficiales, tanto de Wagner como del ejército. Su símbolo está dibujado en algunas lápidas. fuerzas especiales del GRU, las fuerzas especiales del servicio de inteligencia militar ruso. “Nuestro símbolo es un murciélago. Al fin y al cabo, la intelectualidad nos sigue contigo, hermanito”, dice una de las mujeres ilustradas con el fallecido portando una pesada ametraldora. Otro asegura que «ser soldado es ser inmortal».

Encontrados, dos trabajadores funerarios señalaron la tumba de otro oficial que perdió la vida en el año 2023 a la edad de 58 años. Este día no es excepcional: muchos voluntarios rusos entraron en el país entre los sesenta y ocho años. “Pero también tienen jóvenes y padres”, subraya una de las tumbas mientras prepara los restos de aquella tumba con cemento fresco. Según explica su anonimato a este periódico, en Bakínskaya hay combatientes de toda Rusia.

Moscú no publica sus bajas cifras. Según el Ministerio de Defensa británico, el número de muertos y herederos rusos hasta abril ascendió a 450.000, mientras Gran Bretaña caía bbc y los diarios rusos Mediazona y Meduza Se estima en más de 120.000 quiebras. Estos medios han reconocido desde el inicio del conflicto datos de difuntos de fuentes abiertas, como herencias. Según el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, el ejército ruso totalizó 180.000 muertos hasta febrero, frente a uno entre 31.000 ucranianos.

Zona del Grupo Wagner en el cementerio de Bakínskaya, Krasnodar, el pasado 18 de junio.Javier G.Cuesta

“Perdemos la vida en un instante, pero el dolor dura para siempre”, dice el epitafio de un oficial. Más de 19.500 miembros de Wagner fueron acorralados en el matadero de Bajmut entre octubre de 2022 y la primera mitad de 2023, según zona de medios y BBC. Sus publicaciones periódicas tienen acceso a una lista de pagos postales de la empresa y han descubierto que unos 17.000 quebrados eran criminales —algunos con delitos de sangre— indultados por Putin.

La sangría no se ha celebrado hasta 2024. A pocos kilómetros de Bakínskaya se puede ver desde la carretera un cortejo fúnebre de décadas de personas entre el retrato de otro soldado en una aldea buscada.

Un gran número de soldados provocaron protestas en la región de Krasnodar. El alcalde del barrio Goriachi Kliuch —tecla de acceso rápidoen ruso: el año pasado su entierro se llevó a cabo en otro lugar, pero las amenazas de algunos funcionarios en Moscú decidieron enviarlos al frente. Después del empleado funerario de Bakínskaya, las autoridades seguirán enterrando a los militares en su cementerio. “Todo el mundo dice que lo están esperando, pero creo que llegará. No tengo ese espacio en ninguna parte”, opina antes de suspirar ante los centos de tumbas: “A lástima”.

El Ministerio de Defensa ruso ha reanudado las operaciones del Grupo Wagner en Krasnodar transpurgando sus cables. Su base principal en la zona se sitúa en la localidad de Mólkino, muy próxima a las cementeras Bakínskaya y Goriachi Kliuch.

Ofertas de asistencia y funerales.

Además de Wagner, Krasnodar es un caladero del ejército ruso. En esa provincia la muerte se ha convertido en un proceso industrial. La propaganda de los centros de alistamiento se mezcla con los descuentos de las funerarias. Las tarjetas del ejército prometen «un trabajo para hombres de verdad», y en sus lectores aparecen imágenes de soldados armados con armas de asalto y pasamontañas con sueldos astronómicos para el usuario medio: hasta más de 200.000 rublos mensuales (unos 2.000 euros) más un primer pago de un millón de rublos entre la administración local y el Gobierno.

Estos son salarios inevitables para el empleado promedio. Además, la letra minúscula de los carteles nos recuerda que los familiares pueden recibir otros beneficios si mueren como soldados en el frente. Entre otros, un pago de cinco mil rublos y uno de 50.000 euros. En julio, Putin duplicó el primer pago que recibió de los voluntarios, de 195.000 a 400.000 rublos (unos 4.000 euros). Y las regiones han entrado en una carrera para ver quién ofrece los mayores sueldos.

“Todo el mundo ha ido al frente, pagan bien”, afirma Sasun, debido a que un restaurante de Krasnodar se convirtió hace un año en taxista porque pedía sin clientes. “No bebas nada durante seis meses, muchos jóvenes caminarán. Voy a liquidar el negocio ahora”, se lamenta este inmigrante armenio de 50 años. “Las tiendas han cambiado totalmente”, suspira.

Además de ser un punto de reclutamiento, Krasnodar es un paso clave para el ejército. El movimiento de las tropas que marchan en el Donbás o regresan a sus hogares desde el frente es constante. En la estación central de autobuses, una decena de militares esperan con sus seres queridos antes de tomar el autobús Novorosiísk-Lugansk. Es de la noche al día, puede ser la última vez.

Entre los soldados se encuentra un chaval muy joven acompañado de su madre. Me visto con una camisa con el La Z, Símbolo ruso de la invasión de Ucrania, parece más bien un adolescente que se dio cuenta de su primer día en la universidad y alguien que intentó sobrevivir los siguientes meses entre drones y artillería.

Otro luchador, de unos 50 años, luce serio con su mujer. Ambos son colocados en un brazo antes de ser impactados por el autobús, y son liberados con la mano una vez dentro del vehículo. Cuando él se va, ella deja de llorar.

El frente deja secuelas. en el desfile nocturno En una gasolinera de Kropotkin, un soldado de otro autobús está sentado a la mesa con otro pasajero en un café. Con el pico hundido y una gran barba abandonada, el militar encadena sus movimientos con una lentitud terrible, pero lo más lamitivo es la mirada, la vista de mil yardasla expresión inerte de sus ojos. “Todo es complicado”, dice el soldado, que en una breve conversación arroja luz sobre la insignia ‘Demonio’ ​​que lleva el hombre.

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