Martín Lutero dijo que el diablo vive en nuestra propia casa, y que está (también) en el pan con el que venimos y en el agua que bebemos. Así lo citó Eduardo Galdeano demonios. La idea de que el Mal forme parte de la vida cotidiana es mucho más plausible (y temible) que constituye una excepción en la que el Mal se encarna exclusivamente a través de una serie de rituales coincidentes con raros fenómenos astrológicos. El miedo que inspira a uno levantarse repentinamente con un hecho completamente negro, o encontrarse con un nido de arañas en un rincón donde antes no había nada, es mucho mayor que el de aquel que puede inspirar algo extraordinario.
Seguro que conocemos también a alguna gente que tiene un cortocircuito, dos grifos rotos y un desdeñoso convertido en supersticiosa. Es posible que también hayas presenciado ese momento en el que varios amigos escépticos participaban en una limpieza energética de la casa.
Este tipo de obras, las más literarias del cine, y las más cotidianas de las vacaciones, son la materia prima de la que es, para mí, la mejor historia de terror que he leído en lo que va del siglo XXI. si el titulo A él dollegó y su autora es Mariana Enríquez. Está incluido en su antología. Fumadores en el dormitorio. Carrito, que tiene todas las virtudes de Enríquez concentradas en unas pocas páginas; es un perfecto exponente de los sentimientos que unen cuando las cosas no van bien. Todas las personas que saben que dicen ser «unas pequeñas brujas» tienen vidas miserables, cuando no invivibles. Sufriendo circunstancias inhóspitas, se encuentran en las promesas de las estrellas, y en pequeñas promesas de cambio que se manifiestan en el viento y en el canto de los pájaros.
Esa vida que se ve en trozo es el escenario de la maravillosa película Cuando tengo la maldicióntan simple en su ejecución como efectivo en su resultado, que ya está disponible para su compra en plataformas, meses después de su estreno en cines. Si te la recomiendo, te guste o no el terror, porque trata de la desesperación de las personas, y de la incertidumbre como respuesta a lo inexplicable. Muy coherente con lo que estamos viviendo en todo el mundo, y también con lo que (es decir) estamos viviendo en Argentina. El gafe, el mengue, el embichado, el encarnado, el hechizado… todos son nombres de adversidades que no entendemos. La recomendación solo se ha escuchado ya que tenderás a publicar los subtítulos. Son argentinos, sí, pero desde dentro. Y Dios confesó las pastillas.
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