El 22 de noviembre de 1975, un joven Chevy Chase apareció en la NBC imitando a un presentador de noticias en una plataforma de noticias, en un segmento de Nochevieja. Sábado noche en vivo. Posteriormente se proyectó una imagen de Franco realizando el saludo nazi prehitleriano. Con voz pesada, persigue la noticia de eso. muy generales Francisco Franco estaba muerto y citó las palabras según las cuales Nixon había pronunciado el día de su muerte: «El general Franco era un amigo fiel y un aliado de los Estados Unidos, y España era respetada en todo el mundo con firmeza y justicia». El público enloqueció por el rey y su muerte se celebró como un carnaval.
El sábado siguiente, Chevy Chase repitió su escena y anunció: «Les comunicamos una noticia: el general Franco está muerto». Aplausos y celebración. Nos vemos la semana que viene, lo mezclaré. A veces, las variaciones añadidas a un chiste cuyo éxito consistía en la reiteración: “Última hora: el general Franco lucha intensamente por mantener su estado y persiste con éxito en su tarea de seguir a la muerte”. La broma duró hasta 1977 y se convirtió en el éxito fundacional. Sábado noche en vivo y una de las cumbres del humor televisivo.
No hubo nada parecido en España, hasta que Joaquín Sabina escribió su mandragoriano Adivina, adivinanzauna enumeración antinostálgica con el mismo espíritu que el chiste de Sábado noche en vivo pero con aires castizos. Un poco por el tricornio, y mucho más porque la gente mantenía su cuerpo parrandero, un número repetitivo como el del Chevy Chase que se ubicó en España: nadie se ha dado cuenta más de una vez. Si surgió de una dictadura reiterativa y mortuoria in extremo, y lo que urgía era dejarla atrás y lejos lo antes posible. Incluso fuera de la costa de la justicia y las víctimas.
Pero Franco lo resucitó con el paso de los años en forma de monstruo sin muerte. Como en las sesiones de espiritismo, se ha visto a quienes no viven lo suficiente a jóvenes que la han dedicado a una vida fantasmal y vampírica. El otro día salió la nueva versión de Nosferatu y el resultado fue muy difícil no ver a Franco en las pestilentes manos del conde Orlok. El dictador murió en 1975, pero ahora se levanta de su tumba todas las noches y pasa por España, inoculando a uno con cursilidad y al otro con furia falangista, y esta historia no tiene gracia.